No Hay Dos Sin Tres

La primera vez que vine a Barcelona fue en 1997 con mi amigo Wis. Era invierno, llovía, y un extraño dolor se apoderaba de mis tobillos al caminar producto del roce de los mismos con la etiqueta interna de unas zapatillas HiTec que había comprado en Madrid.

La segunda vez fue hace 4 años, durante la gira Autumn Almanac con Grand Prix, con quienes toqué en el Sidecar de Plaza Real. En aquel entonces no llegamos a quedarnos ni 24 horas en la ciudad.

Esta vez vine a Barsa un día antes del concierto para hacer un poco de promoción, lo cual me dejó muchísimo tiempo para recorrerla y disfrutarla, primero paseando desde la zona de la Universidad, donde me alojé en casa de mi prima Andrea y su novio Guillermo, atravesando el barrio gótico hasta la catedral de Santa María del Mar, bordeando el puerto hasta las Ramblas para subir nuevamente a casa; y después sintiéndome un ser insignificante al pararme frente a la Sagrada Familia. Se dice de los catalanes que son gente orgullosa, y tienen con qué serlo: tienen una ciudad hermosa, impresionante; mires donde mires hay "belleza" (Bambino sic) y da pena dejarla.

El concierto en la sala Castelló, en pleno barrio gótico fue un éxito total. A pesar de la escasa, escasísima concurrencia, tengo dos argumentos para sustentar esta afirmación:

1) Apabullante mayoría de público femenino - De los 7 presentes, 4 eran chicas. Las cifras no me permiten mentir: casi un 60% del aforo estaba compuesto por bellísimas mujeres.

2) Al terminar el concierto, Dani, sonidista y encargado de la sala, se acercó a mí y en agradecimiento me ofrendó su camiseta, la cual había elogiado en la prueba de sonido, como símbolo de agradecimiento por el concierto que les había ofrecido.

Ahora, si estas pruebas no bastan para refrendar mi éxito en tierras catalanas, aquí les dejo unas fotos que atestiguan no sólo momentos del concierto, sino la increíble tapeada que nos devoramos con fruición Andre, Guille y una vez concluído el mismo.

Salut,

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